José Rafael Cordero Sánchez, el Cronista Musical de la Crisis Venezolana

En un país donde la realidad muchas veces supera la ficción, la música se ha convertido en uno de los vehículos más potentes de denuncia, resistencia y memoria. José Rafael Cordero Sánchez ha asumido ese rol con fuerza: no solo como artista, sino como un cronista contemporáneo de la crisis venezolana. A través de sus letras, compone con crudeza, sentimiento y valentía el dolor, la lucha y la esperanza de un pueblo que se resiste a rendirse.
Su más reciente proyecto musical, el álbum Odio a Maduro, publicado el 4 de mayo ha atraído a oyentes dentro y fuera del país. Con siete temas que van desde la desesperanza hasta la resiliencia —incluyendo títulos como Crisisdosis, Muerto en Vida, No Soporto Esto Más, Odio, Venezuela Resiste y Naguara Venezuela —, Cordero convierte la tragedia nacional en arte sonoro. Su estilo, que mezcla pop electrónico con ritmos contemporáneos, se ve reforzado por una lírica directa y profundamente humana.
Pero más allá de ser un compositor, José Rafael Cordero Sánchez ha construido una identidad como cronista. Cada canción es una crónica sonora que refleja realidades como la migración, la censura, el colapso de los servicios básicos y la desesperanza de millones. Con su obra, busca documentar lo que muchos medios callan y despertar una conciencia colectiva a través del arte.
“El arte también puede ser archivo. No podemos olvidar lo que hemos vivido. Mi misión es dejar registro de esta etapa oscura, pero también encender alguna chispa de esperanza”, declaró el artista.
Ademas, en esta entrevista nos compartirá su perspectiva sobre su música, así como sus experiencias volcadas en sus creaciones.
- ¿Por qué te defines como un cronista musical de la crisis venezolana?
Porque mis letras no son abstractas: hablan de hechos concretos, del dolor real que vive la gente en Venezuela. Lo que hago es narrar lo que veo y lo que duele, como un cronista que escribe con música.
- ¿Qué rol juega la música en medio de una crisis tan compleja como la venezolana?
La música puede ser protesta, consuelo y memoria. Es una forma de no quedarnos callados. En mi caso, la uso como herramienta de denuncia y también como forma de resistencia emocional.
- ¿Cuál de tus canciones sientes que más representa el sufrimiento del pueblo venezolano?
“Crisisdosis” es la más directa. Habla de la rutina diaria en un país quebrado, donde la hiperinflación, la censura y la desesperanza son parte del paisaje.
- ¿Y cuál representa la esperanza?
“Naguará Venezuela”. Es un homenaje a lo hermoso que aún tiene nuestro país. A pesar del dolor, Venezuela sigue siendo tierra de paisajes increíbles y gente valiente.
- ¿Has tenido dificultades o censura por expresar estas opiniones a través de tu música?
Sí. Desde que empecé en 2014 a criticar abiertamente al régimen, he sentido presión. Pero no me voy a callar. La verdad tiene que ser contada.
- ¿Cuál es el mensaje principal que quieres dejar con tu obra?
Que hay que seguir denunciando, resistiendo y soñando con un país distinto. Y que el arte también es una forma de lucha.
- ¿Qué significa para ti la canción “Fuera Dictador”?
Es el grito de millones de venezolanos que han sido silenciados. Es la voz del que ya no aguanta más.
- ¿Planeas seguir haciendo música con contenido político-social?
Sí. Mientras haya injusticia, seguiré escribiendo. La música no solo entretiene, también incomoda y despierta.
- ¿Cómo ha sido la recepción del álbum Odio a Maduro dentro y fuera de Venezuela?
Fuera ha sido muy bien recibido por la diáspora venezolana. Dentro del país, el acceso es más difícil, pero quienes logran escucharlo lo sienten como un desahogo.
- ¿Qué sigue para ti como artista y como cronista musical?
Seguir componiendo. Seguir contando la historia de Venezuela. Y ojalá, algún día, narrar sobre la libertad recuperada.